Es conocida la importancia de los monasterios en la elaboración de copias y traducciones de las obras clásicas existentes, Las invasiones de los pueblos nórdicos en el Imperio de Occidente iniciadas a comienzos del siglo V destruyeron las bibliotecas imperiales extendidas por gran parte de Italia. Muchos de sus volúmenes, que contenían la gran tradición clásica latina, fueron conservados en bibliotecas particulares. Importantes depósitos de libros clásicos conjuntamente con los textos eclesiásticos latinos fueron establecidos en las comunidades cristianas.
Durante toda la Edad Media, desde la fundación de Montecasino (529) hasta el siglo XV, las bibliotecas de la Europa occidental fueran exclusivamente eclesiásticas, pertenecientes a los monasterios o a las catedrales, y, a partir del siglo XIII, en las universidades. La regla benedictina, con sus prescripciones obligando a la lectura y la escritura, ponía los cimientos del scriptorium y la biblioteca que hubo en todos los monasterios que la orden extendió por Europa.
Es en los monasterios que encontramos la primera referencia al ajedrez en occidente, Versus de scachis
, en la abadía benedictina de Einsiedeln (Suiza), con fuerte vinculación con la dinastía otoniana del Sacro Imperio Romano germánico, quienes tuvieron relación con Gerberto de Aurillac, el papa Silvestre II, que estudió en el Monasterio de Santa Maria de Ripoll.
Con unas comunicaciones casi nulas en la baja Edad Media, y muy exiguas en la plena Edad Media, las comunicaciones entre monasterios son muy importantes, y traducciones del monasterio de Ripoll se usaron, por ejemplo, en la abadía de Reichenau, en el lago Constanza. Pensamos que prácticamente hasta el comienzo del siglo XII, y la revitalización del comercio en el siglo XIII, el modo habitual de viajar era entre monasterios, en vez de hacerlo entre ciudades.
La situación en Oriente se alargó durante unos siglos, y desde Constantino hasta Justiniano se organizaron varias bibliotecas, en Asia Menor, Alejandría, Palestina, Atenas, los monasterios del monte Athos, y sobre todo, la biblioteca Imperial de Constantinopla. Estas bibliotecas sufrieron múltiples incendios e invasiones, generalmente destructivas. La biblioteca imperial fue la más importante, llegando a tener unos 100_000 ejemplares. Pero después de dos importantes incendios en los siglos V y VIII, a inicios del siglo XIII sufrió el saqueo de los croatas francos y venecianos en la cuarta cruzada. La biblioteca Imperial, centro de conservación principalmente de escritos griegos, desaparece definitivamente con la invasión de Constantinopla del siglo XV, siendo, aun así, la fuente más importante de los clásicos griegos que han llegado hasta la actualidad.
Aún considerando la importancia de Constantinopla, con una importante tarea de conservación y copia de manuscritos para su preservación, no fue un centro importante de generación de nuevos documentos, ni de difusión de los existentes, pues no asociaba una escuela o universidad, y tampoco hay constancia que fuera una biblioteca pública; la escuela neoplatónica de Atenas fue cerrada, y sus eruditos perseguidos, por Justiniano. Los contenidos generados por el Imperio Romano de Oriente desde Justiniano fueron muy exiguos. Por ejemplo, se considera que se jugó a ajedrez en Constantinopla, y algunos testimonios lo atestiguan, pero las referencias son prácticamente nulas. Llegado el siglo X, Damasco, Bagdad o Córdoba ya tenían más importancia cultural, pues habían acumulado gran parte de los originales, que se copiaban en árabe, y eran los centros de producción y difusión cultural.
El imperio sasánida (226-651) tenía tres centros de educación, en Ctesifonte, Resaena, pero principalmente la academia de Gundeshapur, que se convirtió en el centro intelectual del imperio en tiempo de Cosroes I, ofreciendo refugio a los intelectuales helenísticos de la escuela neoplatónica de Atenas, perseguidos por Justiniano I en el 529. Esta escuela también hizo muchas traducciones al Pahlavi, el persa sasánida.
En el año 825, ya Persia bajo dominación musulmana, se creó La Casa de la Sabiduría
o Gran Biblioteca de Bagdad
, emulando la academia de Gundeshapur; en realidad el centro académico de Bagdad se nutrió de los eruditos de Gundeshapur, empezando la rápida decadencia de la academia persa. La Gran Biblioteca de Bagdad
es considerada la primera universidad de la historia, y actuó como centro de difusión del pensamiento islámico durante la Edad de oro del islam. Sus eruditos actuaban también como funcionarios, haciendo trabajos de médicos, arquitectos y asesores políticos, entre otros. Fue destruida por los mongoles durante el asedio de Bagdad (1258).
Muchos conocidos eruditos escribieron libros sobre el Shatranj en esta edad de oro:
- Al-Suli, con el nombre completo Abū Bakr Muḥammad ibn Yaḥyā ibn al-'Abbās al-Ṣūlī (أبو بكر محمد بن يحيى بن العباس الصولي) escribió:
- Kitāb al-Shiṭranj al-Nisḥa al-Awala (كتاب الشطرنج النسحة الاولة)
Primera versión del libro de ajedrez
. - Kitāb al-Shiṭranj al-Nisḥa ath-Thānīa (كتاب الشطرنج النسحة الثانية)
Libro de ajedrez segunda edición
.
- Al-Lajlaj, alumno de Al-Suli, con el nombre completo Abu al-Faraj Muhammad ibn Ubaid Allah al-Lajlaj (ابو الفرج محمد بن عبيد الله اللَجْلاج) escribió Manṣūbāt al-Shiṭranj (منصوبات الشطرنج)
Posiciones de ajedrez
. - Al-Adlī (العَدْلى): Kitāb al-Shiṭranj (كتاب الشطرنج)
Libro de ajedrez
. - Al-Rāzī (الرازى): Kitāb latīf fī al- Shiṭranj (كتاب لطيف في الشطرنج)
Un buen libro de ajedrez
.
Desde el siglo IX una importante red de bibliotecas se extendió por todo el mundo islámico: Bagdad, El Cairo, Alejandría, Córdoba, Toledo y Granada. La biblioteca de Córdoba llegó a tener 400_000 ejemplares en el siglo X, mientras que la biblioteca de los cluniacenses en el siglo XI no disponía más que de unos centenares de volúmenes; por eso la gran importancia de la Escuela de Traductores de Toledo en los siglos XII y XIII, que tradujeron muchos manuscritos árabes. También muchos judíos actuaron de traductores, y así serían un transmisores del legado cultural y científico del mundo árabe, tanto para judíos como para cristianos. En occidente es reconocida la obra de Alfonso X de Castilla, principalmente un compendio de conocimiento de origen musulmán, pues los contenidos islámicos referentes al Shatranj y otros juegos fueron bastante extensos, principalmente de escritores de origen persa.
Ya en el siglo XIII, París fue la primera ciudad al tener un gran intercambio comercial de manuscritos, con los productores de manuscritos encargados de hacer libros específicos para personas específicas. París tenía una gran población de personas ricas alfabetizadas, suficiente para apoyar a las personas que producían los manuscritos. Esta época medieval marcó el cambio en la producción de manuscritos de los monjes en los monasterios a los libreros y escribas que vivían de su trabajo en las ciudades. En el siglo XI y XII el ajedrez se popularizó entre monjes, la nobleza y el clero, pero en el XIII existen referencias de su uso por soldados de las cruzadas, siendo así un factor más para la llegada del juego a los mercaderes ricos y profesionales cultos que empezaron a aparecer en las ciudades.
Los siglos XIII y XIV trajeron un cambio profundo a las bibliotecas medievales. Aparecen las universidades, y las bibliotecas universitarias, a pesar de que no llegaron realmente a tener importancia hasta el Renacimiento. Las colecciones privadas de libros tuvieron un gran incremento. En Italia, los primeros humanistas, Petrarca (1304-1374), Boccaccio (1313-1375) y, especialmente, Poggio Bracciolini (1380-1459), recorrieron las antiguas abadías y se relacionaron con los mercaderes de oriente en busca de textos clásicos griegos y latinos.